Blog para el grupo de 6º B del CEIP San José Obrero
sábado, 15 de febrero de 2020
Luz en los balcones,
se hace tarde, el sol se pone,
soñolientos se tornan los corazones.
Se empañan los cristales,
los alientos humedales
mi guitarra tiene tristes los bordones.
Quizá ni nos lo hemos planteado pero, ¿cómo son las chicas Disney? Hago alusión a las princesas, a los cuentos
tradicionales hechos películas, a las historias de amor y sueños (y no
de aspirar a ser la cantante pop de moda). Sí, a ellas me refiero. En esta pequeña entrada me gustaría mostraros mi reflexión acerca de cómo las féminas de las enigmáticas películas Disney han ido evolucionando a lo largo del tiempo, cómo ha ido cambiando la concepción de la mujer y cómo se ha materializado en distintas historias y personajes. ¡Espero que os guste!
Comenzamos con la dulce Blancanieves, primera “chica Disney”. Precisamente el primer largometraje de Disney, estrenado en 1938, está protagonizado por una mujer: Blancanieves. Si nos
fijamos bien, podemos identificar a la bella princesita de mejillas
sonrosadas con el tópico de la mujer ángel.
De aspecto delicado y angelical, Blancanieves presenta un carácter
dulce y entregado. A pesar de cómo es tratada por su madrastra (bella
pero malvada, la mujer demoniopor excelencia,
es decir, activa, apasionada y peligrosa para el hombre), Blancanieves
nunca pierde su encanto, es sumisa e ingenua, y pasa de estar encerrada
en un castillo a limpiar para siete hombres. Aunque la princesita casi
muere envenenada, la madrastra acaba siendo castigada y Blancanieves
tiene un final feliz (pero no conseguido por ella misma, pues es pasiva,
sino porque su hombre ideal le salva con el famoso beso de amor). Por tanto, la “historia femenina” de Disney comienza con la dulzura
personificada, y aunque las bellas princesas seguirán siendo las
protagonistas de los films, el carácter de las mismas irá variando poco a poco. Tras la historia de la manzana envenenada, llega Cenicienta, que
aunque también presenta un aspecto angelical e incluso renacentista
(cuando el prototipo de mujer era toda fémina de cabellos dorados, piel
alba y ojos claros) y se pasa la mayor parte de la película ejerciendo
de ama de casa, su carácter se torna más activo, pues acude al
baile real sin el permiso de su madrastra para ver a su príncipe azul
(incluso osa llegar a casa más tarde de las 12, toda una rebelde). Después llegan otras dos rubias desobedientes: la joven Alicia que por desobedecer a su hermanita acaba en un mundo de fantasía persiguiendo a un conejo y la hechizada Aurora (Bella Durmiente) que celebra su “sweet sixteen” escapándose a cantar en el bosque con un príncipe. El “hobby” de las primeras princesas Disney
era hacer las tareas del hogar.
El danés Andersencrea la historia de un ser con cola de pez y cuerpo de mujer, y Disney decide personificar a la sirena del cuento con una pelirroja (la intrépida Ariel)
a la que le gusta sortear tiburones con su amigo Flounder y acudir a la
“magia negra” para convertirse en humana y luchar por su hombre. Y… ¿qué me decís de Bella? Tampoco tiene la piel
como la nieve ni los cabellos dorados, ni es adicta a limpiar con
animales y cocinar pastelitos, sino que le gusta leer, jugar con su
imaginación y es capaz de convivir con una bestia sin miedo para salvar a
su padre. Con Jasmine y la india Pocahontas, la diversidad cultural cada vez está más presente en las películas infantiles de nuestra infancia. Tras ellas llega Esmeralda, de
“El jorobado de Notre Dame”, morena, atrevida, valiente, sensual y
gitana, contribuyendo también a la cuestión étnica y demostrando que las
princesitas y damiselas en apuros “ya no están de moda” (algo que
corrobora Meg, la amada de Hércules que utiliza sus encantos más sensuales para conquistarle e incluso llega a aliarse con el mal). Para ir finalizando este post, es imprescindible mencionar a Mulán, protagonista
del cambio más radical de la figura femenina en las películas de Disney
(la “marimacho”, pero sin sentido peyorativo). La china Mulán no piensa
dejar que una casamentera decida su futuro, por lo que hace uso de su
valentía para luchar por lo que cree justo, cortando sus largos y
sedosos cabellos y camuflándose bajo una armadura para empuñar la espada
como un hombre más en la batalla. Ya no es sólo que desobedezca a su
familia, sino que es la mujer rebelde por excelencia, y es capaz
resistir duros entrenamientos, el frío de la nieve y las gotas de sangre
que salpican su rostro cuando su espada se hunde en carne ajena.
Mulán renuncia a su apariencia
femenina para poder luchar. Aunque en los últimos años la temática de las películas de Disney ha
ido modificándose, podemos citar a dos últimas féminas que han
continuado la evolución del carácter de la mujer. Llega Tiana, la primera princesa negra, también activa y atrevida, seguida de Rapunzel (pero
no la tradicional Rapunzel de los cuentos que espera a que el príncipe
la rescate de la torre, sino una Rapunzel soñadora, irónica, graciosa y
luchadora). Está claro que la imagen de la mujer dulce que espera
sentadita a su príncipe azul está pasada de moda, y hasta los cuentos
tradicionales son modificados para mostrar a mujeres que poco tienen que
ver con esa concepción. Y con la graciosa Rapunzel finalizo esta entrada que espero que hayáis disfrutado tanto como yo. Me gustaría aclarar que esta reflexión no consiste en una crítica a las películas Disney ni estoy diciendo que “el viejo Walt” fuera machista, pues simplemente reproducía los tópicos y cánones que tenían éxito en la época. Simplemente quería mostrar cómo ha ido cambiando la concepción de la figura femenina en un ámbito como el cine,
en este caso infantil. Y además, todos hemos disfrutado con esas
princesas enamoradas que esperaban a su príncipe (aunque he de decir que
prefiero el rollo de chica-rebelde-que-lucha-por-sus-sueños). Princesas, rubias, sirenas, guerreras, negras… pero todas mujeres
maravillosas que han formado parte de nuestra infancia y de nuestra
vida. ¡Eso es lo que son!
Quizá ni nos lo hemos planteado pero, ¿cómo son las chicas Disney? Hago alusión a las princesas, a los cuentos
tradicionales hechos películas, a las historias de amor y sueños (y no
de aspirar a ser la cantante pop de moda). Sí, a ellas me refiero. En esta pequeña entrada me gustaría mostraros mi reflexión acerca de cómo las féminas de las enigmáticas películas Disney han ido evolucionando a lo largo del tiempo, cómo ha ido cambiando la concepción de la mujer y cómo se ha materializado en distintas historias y personajes. ¡Espero que os guste!
Comenzamos con la dulce Blancanieves, primera “chica Disney”. Precisamente el primer largometraje de Disney, estrenado en 1938, está protagonizado por una mujer: Blancanieves. Si nos
fijamos bien, podemos identificar a la bella princesita de mejillas
sonrosadas con el tópico de la mujer ángel.
De aspecto delicado y angelical, Blancanieves presenta un carácter
dulce y entregado. A pesar de cómo es tratada por su madrastra (bella
pero malvada, la mujer demoniopor excelencia,
es decir, activa, apasionada y peligrosa para el hombre), Blancanieves
nunca pierde su encanto, es sumisa e ingenua, y pasa de estar encerrada
en un castillo a limpiar para siete hombres. Aunque la princesita casi
muere envenenada, la madrastra acaba siendo castigada y Blancanieves
tiene un final feliz (pero no conseguido por ella misma, pues es pasiva,
sino porque su hombre ideal le salva con el famoso beso de amor). Por tanto, la “historia femenina” de Disney comienza con la dulzura
personificada, y aunque las bellas princesas seguirán siendo las
protagonistas de los films, el carácter de las mismas irá variando poco a poco. Tras la historia de la manzana envenenada, llega Cenicienta, que
aunque también presenta un aspecto angelical e incluso renacentista
(cuando el prototipo de mujer era toda fémina de cabellos dorados, piel
alba y ojos claros) y se pasa la mayor parte de la película ejerciendo
de ama de casa, su carácter se torna más activo, pues acude al
baile real sin el permiso de su madrastra para ver a su príncipe azul
(incluso osa llegar a casa más tarde de las 12, toda una rebelde). Después llegan otras dos rubias desobedientes: la joven Alicia que por desobedecer a su hermanita acaba en un mundo de fantasía persiguiendo a un conejo y la hechizada Aurora (Bella Durmiente) que celebra su “sweet sixteen” escapándose a cantar en el bosque con un príncipe. El “hobby” de las primeras princesas Disney
era hacer las tareas del hogar.
El danés Andersencrea la historia de un ser con cola de pez y cuerpo de mujer, y Disney decide personificar a la sirena del cuento con una pelirroja (la intrépida Ariel)
a la que le gusta sortear tiburones con su amigo Flounder y acudir a la
“magia negra” para convertirse en humana y luchar por su hombre. Y… ¿qué me decís de Bella? Tampoco tiene la piel
como la nieve ni los cabellos dorados, ni es adicta a limpiar con
animales y cocinar pastelitos, sino que le gusta leer, jugar con su
imaginación y es capaz de convivir con una bestia sin miedo para salvar a
su padre. Con Jasmine y la india Pocahontas, la diversidad cultural cada vez está más presente en las películas infantiles de nuestra infancia. Tras ellas llega Esmeralda, de
“El jorobado de Notre Dame”, morena, atrevida, valiente, sensual y
gitana, contribuyendo también a la cuestión étnica y demostrando que las
princesitas y damiselas en apuros “ya no están de moda” (algo que
corrobora Meg, la amada de Hércules que utiliza sus encantos más sensuales para conquistarle e incluso llega a aliarse con el mal). Para ir finalizando este post, es imprescindible mencionar a Mulán, protagonista
del cambio más radical de la figura femenina en las películas de Disney
(la “marimacho”, pero sin sentido peyorativo). La china Mulán no piensa
dejar que una casamentera decida su futuro, por lo que hace uso de su
valentía para luchar por lo que cree justo, cortando sus largos y
sedosos cabellos y camuflándose bajo una armadura para empuñar la espada
como un hombre más en la batalla. Ya no es sólo que desobedezca a su
familia, sino que es la mujer rebelde por excelencia, y es capaz
resistir duros entrenamientos, el frío de la nieve y las gotas de sangre
que salpican su rostro cuando su espada se hunde en carne ajena.
Mulán renuncia a su apariencia
femenina para poder luchar. Aunque en los últimos años la temática de las películas de Disney ha
ido modificándose, podemos citar a dos últimas féminas que han
continuado la evolución del carácter de la mujer. Llega Tiana, la primera princesa negra, también activa y atrevida, seguida de Rapunzel (pero
no la tradicional Rapunzel de los cuentos que espera a que el príncipe
la rescate de la torre, sino una Rapunzel soñadora, irónica, graciosa y
luchadora). Está claro que la imagen de la mujer dulce que espera
sentadita a su príncipe azul está pasada de moda, y hasta los cuentos
tradicionales son modificados para mostrar a mujeres que poco tienen que
ver con esa concepción. Y con la graciosa Rapunzel finalizo esta entrada que espero que hayáis disfrutado tanto como yo. Me gustaría aclarar que esta reflexión no consiste en una crítica a las películas Disney ni estoy diciendo que “el viejo Walt” fuera machista, pues simplemente reproducía los tópicos y cánones que tenían éxito en la época. Simplemente quería mostrar cómo ha ido cambiando la concepción de la figura femenina en un ámbito como el cine,
en este caso infantil. Y además, todos hemos disfrutado con esas
princesas enamoradas que esperaban a su príncipe (aunque he de decir que
prefiero el rollo de chica-rebelde-que-lucha-por-sus-sueños). Princesas, rubias, sirenas, guerreras, negras… pero todas mujeres
maravillosas que han formado parte de nuestra infancia y de nuestra
vida. ¡Eso es lo que son!